Parroquia
La Transfiguración
del Señor
Homilia
DOMINGO III DEL TIEMPO DE CUARESMA (19 de marzo de 2017)
El texto principal de este tercer domingo de Cuaresma es, prácticamente, el capítulo cuarto entero del evangelio según San Juan. Se trata del conocido episodio del encuentro de Jesús con la samaritana; razón por la cual, conviene tener presente el carácter literario y simbólico peculiar del llamado Cuarto Evangelio. Así podemos entender que no estamos escuchando sencillamente la narración de una conversación tal como fue, sino que se trata de una composición teológica, con intenciones muy profundas y a veces, la verdad sea dicha, nada fáciles de detectar. Además, se inscribe en el mundo mental e ideológico del evangelista San Juan y, en este caso concreto, en el contexto litúrgico cuaresmal.
El episodio sucede en una ciudad de Samaría llamada Sicar, junto a un pozo. Samaría sugiere, en tiempos de Jesús, un lugar hostil. Los judíos y los samaritanos no se trataban, como pone en evidencia la samaritana cuando se sorprende de que Jesús le dirija la palabra. Si hacemos memoria, podemos recordar los relatos patriarcales de algunos encuentros amorosos de importancia y significado: Eliezer, siervo de Abrahán, encuentra a Rebeca, futura esposa de Isaac, junto a un pozo (Gn 24,11ss); Jacob se enamora de Raquel junto a un pozo (Gn 29); y Moisés conoce a Séfora junto a un pozo (Ex 2,15). ¿Qué nos sugiere esta imagen? Jesús, sentado junto a un pozo, se va a encontrar con una mujer sin nombre, personaje que representa al pueblo de Dios idólatra y representa a cada uno de los discípulos y discípulas con los que Jesús se hace el encontradizo aprovechando su situación de carencia y necesidad. Acontece un “proceso”: esta mujer pasa de lo más superficial a lo más profundo; del agua material al agua viva; de la percepción de Jesús como un “judío”, un simple “hombre”, al reconocimiento de Jesús como Profeta y Mesías-Cristo. Su fe sorprendida la arrastra a dejar el cántaro y a ir corriendo a anunciar lo que ha visto y oído. Su fe contagia de fe a sus paisanos, quienes terminan confesando: “Éste es verdaderamente el Salvador del mundo”.
La liturgia de este domingo tercero de Cuaresma nos invita a no olvidar que el Señor se nos acerca en nuestro camino, se sienta junto al brocal de nuestros pozos y cansancios, para revelársenos como nuestra fuente. De esta forma también nosotros podamos contagiar a nuestras gentes como aquella mujer lo hizo con los de su pueblo, para que también nuestros contemporáneos puedan testimoniar: “ya no creemos por lo que tú dices”; pues quien ha experimentado a Dios no puede quedar quieto, siente la imperiosa necesidad de anunciarlo. Cono nos señala Sam Juan en su relato, el Señor salió al encuentro de la mujer samaritana, tuvo la iniciativa, buscó conversación con ella, para ayudarla a encontrarse a sí misma. Ahora bien, y nosotros, ¿nos damos cuenta de todo lo que el Señor hace para atraernos a Él, para así Él transformar nuestra vida?, ¿somos conscientes del amor de Dios en nosotros?, ¿nos damos cuenta de todo lo que el Señor hace para ayudarnos a encontrar vida en Él? No olvidemos que la clave de este tiempo litúrgico es “conversión” a la iniciativa de Dios en nosotros.
Pbro. Francisco José Morales Villegas.
Seminario Santa Rosa de Lima.